Ac. Dr. Álvaro Díaz Berenguer: «Se necesitan estructuras que permitan cobijar y reorientar a los profesionales para que superen sus dificultades y para que la práctica se transforme en fructífera, armónica  y reconfortante»

La vida del ser humano en la sociedad actual es compleja y multifacética. Cada uno de nosotros actúa en numerosos planos, muchos de ellos inconexos con los otros, desarraigados de los orígenes ancestrales que permiten la cohesión social. Algunos de nosotros quedamos actuando vacíos del sentido original de la existencia social, desmembrados, lo que conduce a la soledad y a una existencia sin sentido, que se llena entonces a través de conductas evasivas. Vivimos en la “sociedad líquida” de Zigmunt Bauman, en donde todo fluye y cambia vertiginosamente sin amarras, en donde las relaciones humanas son fugaces y se caracterizan por su superficialidad. Las familias se separan y se rehacen con otros integrantes; los trabajos son inestables; con frecuencia se transforman en alienantes por sobrecarga. Los hijos están lejos aunque estén cerca.

En particular en este contexto, la vida de los médicos es difícil, “insana”, y con relativa frecuencia desembocan en trastornos como las adicciones, que por la ubicación social que ocupan, pueden repercutir sobre otros, sobre el equipo de salud y sobre sus pacientes, con el riesgo de provocar errores con graves consecuencias.

Por ello se necesitan estructuras como “Bienestar en Salud” que permitan cobijar y reorientar a los profesionales para que superen sus dificultades y para que la práctica se transforme en fructífera, armónica  y reconfortante.